Lo que ocurre es que todo el mundo suele tintar esas distorsión de una manera positiva. Somos muchos los que en uno u otro momento de nuestra vida hemos pensado, que la televisión es un mundo en el que todo lo bueno es posible y que por supuesto todo lo que sucede dentro está rodeado de glamour y magia. Pero eso, tristemente no es cierto...
Puede ser que sólo se trate de una esfera más de la vida, otro ámbito más en el que únicamente se refleja el perfil del ser humano, que a veces se presenta muy bonito por fuera pero que está muy vacío por dentro. Podría ser pero es que tampoco es del todo así. No se trata pues, de un mundo mágico en el que todo es de colores, pero detrás de lo que vemos, hay muchas que merecen la pena.
Quizás lo que más valor tiene de este complicado universo, es eso que no se ve. Las personas que constituyen la armadura de este gran dinosaurio. Cuándo dicen que el espectador ve apenas la punta del gran iceberg de la televisión. Es verdad.
Detrás de los focos se erige un mundo paralelo al multicolor que percibe el ojo del espectador. Tras la pantalla un sinfín de vidas se relacionan entre sí, en lo laboral y lo personal. Historias de amor con finales felices y catastróficas. Amistades que perduran en el tiempo o se rompen durante el transcurso de una obra televisiva. Experiencias que se entrecruzan y que tienen la vida que tiene el programa que las vio nacer, o por el contrario otras que perdurarán en el tiempo, permanecerán haciendo real la máxima de : "Lo que ha unido la televisión que no lo separe el hombre". A veces pasa...
Y siempre acompaña a cada obra, a cada programa, a cada equipo... un pequeño síndrome de Estocolmo que se queda en tu corazón, y que se hace mucho más acusado en un recorrido profesional en el que, por muy penoso que suene, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Que suertudos fueron, que oportunidad tuvieron de conocer lo que ciertamente era crear ilusión, pero de la buena. Escuchando sus historias he sentido auténtica envidia de no haber formado parte de ese emocionante proceso en el que, con el encendido de focos, se ponía en marcha todo un espectáculo majestuoso. En aquel momento, esta pequeña caja tonta, no era sólo una empresa era una máquina de crear ilusión -positiva claro-, no un elemento de hacer caja.
Esta es la televisión que me ha tocado vivir, y aún sigo sintiendo cada cosa que hago. Sin perseguir el objetivo de ganar un Pulitzer... aún sueño con volver a aquel momento que nunca viví, en el que el entretenimiento se basaba en el respeto a uno mismo y al que está del otro lado, el que nos ve.Confío en que, como dicen que pasa en la historia mundial, éste solo sea un periodo transición en un ciclo que volverá a sus orígenes... a las ganas por hacer algo realmente grande y respetuoso...
Espero que como sucedió en artístico Renacimiento seamos capaces de mirar atrás y conseguir que, tanto en emisores como en receptores, se vuelva a generar y demandar calidad, independientemente del dato tanto de audiencia como del económico. Ojalá que aquellos grandes genios vuelvan algún día para seguir enseñando a esta generación en la que gozamos de pocas guías de estilo... y ojalá que si eso llega, sea lo suficientemente pronto como para que muchos, no hayamos abandonado el barco.
Mientras ese momento llega, mientras regresa la parte positiva de la ilusión... Por aquí seguiremos algunos, esperando y peleando... tratando de poner la mejor parte de la nuestra...
Foto televisores: Falda Zara (temporada verano 2010) / camiseta basica Pull & Bear 12.45 euros / sandalias mercadillo 5 euros GLOBOROSA / Gafas modelo wayfarer Ray Ban
Foto en las Pps: Pantalón pitillo H&M 19.90 / Camiseta Basica Zara Salmón 12.95 euros // Chaleco ganchillo beige Primark 15 euros aprox.
Foto Control: Camisa XXL H&M 9.95 euros
No hay comentarios:
Publicar un comentario