Sucedió hace mucho mucho tiempo, que una joven damisela había caído en el influjo de una pócima secreta, a la que estaba condenada a estar atada.
Cualquier otra bebida que probara, le confería una problemática grave tanto en la noche de ser ingerida, como en los efectos posteriores que se podían alargar semanas. Su grado de incapacidad para la diversión había crecido de una manera directamente proporcional a su atadura a la única bebida que podía probar: Martini Blanco.
Se trataba, sin duda, de una maldición, un hechizo que alguien había lanzado sobre ella. Un hechizo que al principio consiguió hacerla desdichada... pero que luego, con el paso del tiempo asumió como suyo, creció con él, y lo hizo parte de su vida cotidiana, como el que tiene un vestido que le acompaña de por vida, esa planta que es eterna que nunca se te muere, o ese rasgo de ti misma que no te gusta pero que ya has interiorizado como propio.
De modo que junto a su hechizo, la joven dama aprendió a "disfrutar de otras pequeñas cosas", otras pequeñas-grandes bebidas: cervecita, un vinito para el aperitivo. Bebidas Low para momentos suaves... pero en las noches de salidas importantes siempre acababa cayendo en la maléfica pócima que ejercía, sobre ella, efectos devastadores.
Cada vez que la dama terminaba una cena, una salida de tarde y se disponía a pisar con sus tacones un local nocturno, su boca hechizada intentaba pedir cualquier otra cosa, sin poder evitar un pequeño sufrimiento, nostalgia de lo que no habían probado sus labios...Todas esas botellas de colores que se mostraban tras la barra de turno, se le antojaban sugerentes, llamativas, atractivas... pero siempre, siempre salían esas palabras de su boca, las mismas, las que resonaban a pesar de desear el cambio: "Un Martini blanco por favor". La cara de espanto de los camareros era increíble ¿Cómo una chica de su edad podía beber semejante líquido? Nadie sabía que estaba hechizada. Sus amigos ya lo habían asumido y ya se habían acostumbrado a pedir aquel jugo para su babydoll
Esto no era todo. En el hechizo, se acompañaba de otra cruel cláusula. La dama no podría beber otra cosa más que aquella pueril bebida... y además como buen líquido para principiantes, la hechizada que lo ingería no podía pasar su salida de las doce de la noche. Cómo si del famoso cuento se tratara. Como si fuera la cenicienta.
A partir de la media noche, ni carroza, ni vestido, ni zapatos de cristal. Un terrible sueño, dolor corporal y cansancio infinito se apoderaba de ella dejando su charm a la altura de la suela de sus zapatos.
... Nadie sabía cómo terminar con aquel maleficio, nadie excepto ellos. El hada madrina y su príncipe azul prepararon un conjuro. Fue una noche de verano... una cualquiera.
Ellos sabían lo que tenían que hacer. NO permitir que la palabra saliera de los labios de la dama. Mientras el hada aplicaba un conjuro de atrape contándole a la dama historias de moda... el príncipe azul del hada hizo lo propio. Y cuándo ella se quiso dar cuenta, ese líquido mágico se apoderó de su cuerpo curándola, devolviéndole todo el poder que había perdido. Su efecto calmante y digestivo le abrió un nuevo mundo de sabor del que ya no se podía desprender.
Fue entonces cuando le dijeron : "Ya estás preparada"
La dama se marchó feliz, liberada, cantando... Eran las dos de la madrugada y sus zapatos seguían siendo de cristal, sus vestidos lucían cómo en el primer momento y su carroza parecía recién sacada de su concesionario.
Llego a casa pero aquella noche no terminó ahí. Un príncipe encantado llegó a recogerla, a la torre de su Castillo en su flamante corcel. Estaba curada. Se enamoró de aquel nuevo brebaje, vio el amanecer, y sintió haber despertado finalmente. Amanecía recorriendo a gran velocidad la ciudad con su nuevo acompañante y fue entonces cuando escuchó, mientras sonaba una canción de Taxi y Urquijo, las palabras mágicas que no le permitieron ya dejar de sonreír...
"En éstos pequeños momentos también se esconde el secreto de la vida"
God Bless you Gin-Tonic
Falda: Zara Woman (regalo de Soraya)
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Zapatos Hazel outlet: 19,95 euros (temporada 2009)
Pendientes turquesa y rosetón de latón: El colibrí de Jade
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que grande eres... No se puede hablar de un gintonic con mas gracia, solera y arte
ResponderEliminarMadre mía, me he sentido consolada con este post tan gracioso y original, !!yo no soy la única que me hechiza el martini blanco!!!! y encima acabo tumbada en la cama sea la hora que sea, menos mal que ahora lo que hago es no comprarlo (encima lo compraba para casa) y en las noches de fiestecita pues JB con coca, no es lo mismo, no le llega ni a la suela pero.............
ResponderEliminarUn beso, me gusta tu blog
Rompeolas
Beto, ya soy tu fan!!!!! seguiremos en contacto, gracias por tu interés... mi sitio es tuyo ya lo sabes... y yo "seguiré siguiéndote"
ResponderEliminarAmiga rompeolas... me alegra que te gustará mi entrada del Gin Tonic, la verdad es que he estado muchos años atrapada por el martini Blanco y bueno, la verdad es que lo de pasarme al Gin Tonic ha ido acompañado a otro tipo de cambios en paralelo... Bienvenida a mi lugar... es tu casa!
Descarriá:
ResponderEliminarPero mira que me hace ilu que aparezcas por aquí!!!!!!!!!!!!! ¿que bien me ha hecho el gin tonic? pues a mí me encantaría poder tomarme alguno contigo... jejejeje...