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domingo, 12 de junio de 2011

“Al fin y al cabo todas las vidas, las millones de vidas que nos rodean tienen algo de culebrón”



Con esta frase se coronaba, esta mañana de sábado, un reportaje que daban en la televisión sobre el influjo que tuvieron las telenovelas en una década de nuestra vida en España. Y cualquiera podría decir, ¡que verdad más grande!,  y yo mientras pienso ¡que pedazo de estupidez! Pues claro, si lo que hace una telenovela es recrear historias de la gente. Así que en estos seriales llenos de intríngulis amorosos y sociales confluyen dos máximas que muchas veces repetimos a modo de tópico.

1. La dicotomía de qué es primero, si el huevo (vida real) o la gallina (ficción)…
2. Que la realidad casi siempre supera la ficción

De casi todas las personas que conozco se podría hacer una serie de tv con sus vidas. Sin ir más lejos mi amiga Eve quién, después de una noche de inhalada evasión, ha diseñado la que es la serie de su vida, en ella ya ha decidido quién sería prota principal, secundarios e incluso esas personas insignificantes que en su serie nunca tendrían cabida, (sin ninguna acritud, eso si), también ha diseñado de acuerdo a lo que le va sucediendo, cuál sería un buen capítulo de final de temporada… Esos que se acaban yendo a negro y tu te quedas diciendo, por favor, por favor que no puedo yo esperar todo el verano para saber qué pasa.

Y te metes en la red a ver si encuentras la siguiente temporada para destripar la intriga y terminar con la serie fuera de los tiempos que te marca la cadena de turno de tu país. Luego te metes en foros, te haces colegas forofos de la serie, y te introduces para ser diferente, en otro engranaje diferente en el que dependes de igual manera de los tiempos que te marcan.

Yo también me quedo pensando muchas veces que mi vida podría tener los ingredientes necesarios para que me convirtiera en la protagonista absoluta de una serie. Familia aparentemente perfecta en la que no dejan de suceder cosas entre sus miembros, drama personal debido a la enfermedad del ser más querido del núcleo familiar, amigas jóvenes, modernas independientes, rápidas e inteligentes, mujeres con trabajos liberales e interesantes… y una historia de amor truncada que te ha llevado a una vida solitaria en espera del verdadero príncipe azul que te dice todo el mundo que se encuentra “a la vuelta de la esquina” (que no paro yo de mirar a cada esquina que torno no vaya a ser que esté en esa y me lo pierda).

Cuado me he puesto a fantasear sobre esta posibilidad, la de tener mi serie particular, me empezó encantando la idea. Todo el mundo tenemos un complejo de protagonista, al fin y al cabo la vida que estamos viviendo es subjetivamente nuestra. Al principio tenía muy bien organizada la pauta de mi historia, todo parecía perfecto, todo, incluida yo.
Pero rápidamente vinieron los contratiempos, propios de un ego desmedido y como era predecible, he cometido el mayor de los errores… en vez de tomar cada circunstancia de mi vida como un acontecimiento del script… le doy la vuelta al asunto convirtiéndome en la mayor perjudicada de mí misma.

La realidad es que me frustro porque rápidamente se ponen en funcionamiento mis mecanismos de control, si si, esos en los que  uno tiene que decidir como va todo, lo que pasa a su alrededor y la forma de actuar de los que te rodean…

Entonces me irrito, quiero que en cada capítulo de mi vida pasen las cosas cómo yo quiero que me pasen, no las que en realidad me pasan. Se que con esta actitud, mi novela particular, duraría solo unas semanas en cualquier parrilla televisiva. Rápidamente, quizás en una semana, se colgaría ese cartel típico de… “y fueron felices para siempre”.


Así que ¡descartado!, prefiero seguir uno a uno los capítulos de la serie de mi amiga, en los que por supuesto considero que ella comete esos mismos errores de los que hablaba en la mía, sólo que a ella parecen no importarle demasiado. Las cosas no son como uno  quiere que sean, las cosas como son y punto, querer cambiarlas significa no ser feliz con tu serio sino estar todo el día frustrado.

2 comentarios:

  1. Yo también quiero controlarlo todo y que las cosas salgan como considero que tienen que ser, y esto no puede ser porque sino vivirás en constante lucha o frustración, así que mejor ir cumpliendo metas más sencillas o fijarse pequeños objetivos, uno tras otro. Intento (pero me cuesta) aceptar eso que leí hace un puñado de años: la vida es aquello que te va sucediendo mientras que tú te empeñas en hacer otros planes.

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  2. Bienvenida Peterpanpais... Mil gracias por tu comentario. Cuánta razón tienes y porqué no decirlo, creo que somos algo parecidas. Lo bueno es haber llegado a esa conclusión y saber cómo actuar para no salir muy perjudicado. Esa frase del gran John Lenon es también una de mis frases de cabecera así que , a ser feliz aceptando aquello que nos vaya viniendo y no empeñarnos en hacer otras cosas (excepto irse una tarde de compras que no está muy mal)... Besote

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