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jueves, 18 de junio de 2015

Aventureros de ancla amarrada


Crecí en una generación en la que los aventureros se caracterizaban por su tendencia a la movilidad, la búsqueda de sitios recónditos y el encuentro con diferentes culturas que, según la gran mayoría cree, enriquecen el alma sobre todas las cosas. No seré yo quien diga que aquel que no para de buscar aventuras en territorios lejanos y se aleja del sedentarismo no es un aventurero.
Aventurero según la RAE es "aquel que busca aventuras"pero, ¿ qué pasa con aquel que las vive sin buscarlas?


Hace unas semanas me marché rumbo a Londres, y os aseguró que no fue para buscar una aventura sino más bien todo lo contrario. Mi sobrino Vicente goza en su colegio de una semana de descanso cada cierto tiempo y, dado que tanto mi hermana como mi cuñado tenían que seguir trabajando, me ofrecí voluntaria a pasar unos días junto a lo que hoy entendemos como una familia tradicional alejada del espíritu aventurero (¡qué equivocados estamos!).



Aún me cuesta asimilar cómo pude seguir el ritmo de la actividad frenética de Leonor quien además de ir a trabajar, me preparó varias sesiones de museos, tarde de shopping e incluso la visita a un mercadillo vintage a los pies del legendario Cutty Sark




Observando la grandeza de aquel barco amarrado en plena civilización pensé en aquellos aventureros que surcaban los mares recónditos buscando nuevas emociones, lejos del lugar dónde estaba amarrada su ancla. Aventureros como los de hoy que no cejan en el empeño de darlo todo en el arte del descubrir lo nuevo y descubrirlo lejos... 





Sentí esa ilusión interior de la actividad frenética mientras escuchaba la melodía swimg de aquella fiesta temática, que había reunido a varios grupos de pin ups con labios rojos y chicos barbudos que sujetaban sus pantalones con tirantes mientras movían sus caderas.


En el delirio de la grandeza de mi imaginación ahí estaba ella, la verdadera aventurera: Leonor. En el corto espacio que mi 'chisporroteante ensoñación' me había situado a la derecha de Jack Sparrow descubriendo un nuevo mundo, esa madre aventurera hacía malabares con su hijo mayor mientras le daba de merendar al pequeño, permitiéndose el lujo incluso de mover el trasero al ritmo de la música y además sonreír...
Quise en aquel momento bajarme de mi barco imaginario y tragarme la mitad de ese power aventurero que tienen los verdaderos héroes del S.XXI. Los padres.



















Es casi imposible concentrar la cantidad de descubrimientos que te ofrece tu entorno más cercano y los que tuve yo durante mis fugaces cinco días al lado de mi familia. Casi me costaba respirar cuando, días más tarde, tuve que hacerme cargo de un 'tour' por el centro de la ciudad con mi básico nivel de inglés y mis dos compañeros de aventura; mi sobrino Vicente y su amigo Iron Spider. Mi caja torácica volvió a funcionar cuando nos reencontramos con sus padres después de sus largas jornadas de trabajo (Simón y Leo aún tenían energía para jugar, hacer deberes y preparar  baños y cenas).





Mientras Simón repasaba la tabla del doce con Vicente, Leo hacía un puzzle con Alfredo para conseguir eso de que 'cojan bien el sueño'. Siempre le digo a mi hermana que hace magia. Consigue que se haga de noche a las siete de la tarde... ¿Cómo es posible?, sólo ella lo sabe.





Sirva esta pequeña reflexión para alzar un brindis por esos aventureros que no necesitan salir corriendo para hacer que su adrenalina llegué a mil cada día de su vida. Por esos padres que son capaces de regular su termostato nervioso para nivelar el de sus hijos. Por los aventureros que, aún con todo, se sienten culpables porque piensan que 'podrían hacerlo mejor'.

Te presto mi vestido y te aseguro que ,si te quieres poner en su lugar más te vale tirar de un zapato cómodo, ropa casual y gran toque de 'normcore'... Y digo yo, ¿no es eso precisamente estar a la última?




Dedicado a Leonor y Simón. Gran pareja, mejor equipo... <3




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